Personalmente nos encontramos ante una “pequeña” dicotomía
tras el visionado de “Iron Man 3”.
Realmente estamos ante una gran película de Marvel Studios, pero el director
Shane Black se ha pasado por el arco del triunfo a todos los fans del personaje
del Vengador Dorado.
Nos situamos cronológicamente justo después de los hechos
ocurridos tras “Los Vengadores” y la gran batalla de Nueva York contra el ejército
alienígena de los Chitauri. Tony Stark, debido a su experiencia tan cercana a
la muerte tras su incursión dentro del agujero de gusano, está sufriendo
ataques de ansiedad postraumática y lo único que parece aliviarlo es su
armadura al sentirse protegido en ella. A la par, un nuevo peligro esta en
ciernes, y es la llegada de el líder de la Organización terrorista de Los Diez
Anillos, El Mandarín. Éste le quiere dar a EEUU y al mundo entero una gran
lección de “humildad”, o eso es lo que nos hace pensar el argumento. También
entra el juego Aldrich Killian y Mara Jensen, los cuales han conseguido una
variante del suero del Supersoldado, el llamado Virus Extremis. Lo que consigue
el virus es resistencia y fuerza sobrehumanas, así como regeneración total del
cuerpo humano y cierto juego de “caldear demasiado el ambiente”. Iron Man
tendrá que enfrentar sus miedos y su ansiedad para poder hacer frente a estos
dos casos, al Terrorista, El Mandarín y cuidar que el virus Extremis no se
convierta en un arma.
Esto, más o menos, viene a ser la sinopsis del tercer film
del Vengador Dorado en solitario, y con esta premisa parece que vamos a
encontrarnos la cinta definitiva del personaje. Bien, como hemos dicho al
principio, nos encontramos ante una buena película de la factoría Marvel,
pero el problema ha venido en el tratamiento de los elementos que forman el
film por el director, que ha pasado olímpicamente del cómic, creando algo para
sí mismo y que ha dejado a los fans con un sabor algo amargo tras el visionado
de la película.
SPOILER.
Vamos a empezar, y es por lo que más nos ha dolido, el tratamiento
el villano por excelencia de Iron Man, El Mandarín. Como sabemos todos, a parte
de un líder por derecho, lo más representativo del personaje son sus diez
anillos de poder de tecnología alien. Bien, ya antes de ver la película
sabíamos de antemano que el Mandarín no iba a tener ningún tipo de poder mágico
y, bueno, por ahí pasamos. Pero, de esto a lo que Shane Black ha convertido al
Mandarín, es un verdadero chiste. Vamos, resumiendo, que Black se ha cargado al
villano por excelencia de Iron Man.
Otra cosa que también nos ha molestado ha sido el
tratamiento del Extremis. En este caso, Black le ha otorgado al virus
propiedades casi del todo diferentes (en su concepto) de lo que nos
esperábamos, y sobre todo en la relación de Tony Stark con el Extremis.
Y, para rematar, tenemos la fusión de dos personajes que no
tienen nada que ver, Máquina de Guerra y Iron Patriot, la cual ha resultado una
amalgama que no es capaz de dar “un solo tiro” en todo el metraje del film.
FIN DEL SPOILER
¡Que podemos decir de la interpretación de Robert Downey Jr!,
salvo que su interpretación es todo estupendo dando vida al millonario,
filántropo Tony Stark con su genial humor negro. Sir Ben Kingsley hace una
interpretación en esta concepción del Mandarín genial, no se le puede asignar
otro apelativo. En cuanto al resto del reparto tienen todos unas
interpretaciones ajustadas a sus personajes sin ningún tipo de pega por nuestra
parte. Como siempre, en estas producciones los efectos especiales son
brillantes, destacamos la batalla final con el “ejército” que se agencia el
bueno de Tony en contra de toda organización AIM.
En resumidas cuentas, nos viene este dicho a la cabeza:
“Mucho ruido y pocas nueces”.
Muy buena película en sí misma, pero Shane Black se ha
pasado al fandon por donde no brilla el sol.
Y no hablamos de la escena final postcréditos, pese a tener cierta gracia, sin duda es la más sosa y sin nada que aportar de los últimos cinco años de cintas Marvel.