Dirigida
por Timur Bekmanbetov, “Abraham Lincoln; Cazador de Vampiros” es la adaptación
de la novela del mismo nombre. Por lo tanto el film nos cuenta la historia
secreta de uno de los presidentes de más renombre en los EEUU.
Nos situamos
en la época de los 1800 y algo en los EEUU, donde un pequeño Abraham presencia
cómo su madre es asesinada por un vampiro a modo de venganza por una
insubordinación de su padre en el trabajo. Con el paso del tiempo Abe Lincoln
crece y busca venganza contra quien mató a su madre, pero el joven ignora quién
es realmente el asesino y cuando finalmente lo descubre y ya sin posibilidad de supervivencia, Abraham
es ayudado por un misterioso hombre. Justo después de este suceso, Lincoln
decide que ha encontrado su destino y quiere dedicar su vida a cazar y
exterminar a la raza vampírica, siendo entrenado por Henry, el misterioso
hombre que le salvó. Y por las vicisitudes de la vida, nuestro protagonista
termina convertido en Presidente de los Estados Unidos de América, por lo que
aparte de dirigir un país tendrá que seguir con su promesa de la extinción de
los vampiros.
A
grandes rasgos esto viene siendo la sinopsis del film y, la verdad, suponemos
que la del libro es igual. La cinta está relativamente bien llevaba, aunque con
algún que otro enorme salto temporal que puede dejar cosas interesantes en el
tintero, y salvo por alguna escena un poco absurda y carente de sentido a la
par de fantasmada total, como viene siendo la estampida de los caballos. En cuanto
a la historia … qué podemos esperar salvo ver la fantasía que nos cuenta y no
pensar en otra cosa. La caracterización de Benjamin Walker como Lincoln es del
todo notoria sobre todo en lo que viene a ser los últimos años de vida del
personaje; los demás actores cumplen relativamente su papel, quizá pecando
alguno de ser un personaje plano pese a
tener cierta trascendencia en la película.
Los
efectos especiales cumplen su cometido haciendo que nos creamos lo que vemos,
salvo la ya mencionada escena de los caballos. Buena fotografía y escenarios,
el diseño de los vampiros es algo…diferente, pero no por ello malo (tranquilos,
que estos no brillan ante el sol). Pensamos que nuestro protagonista hace
demasiados aspavientos innecesarios cuando blande su hacha y que los cuales realmente
casi ninguno vienen a cuento, parece que el director piensa que quedan bien en
pantalla, pero nada más lejos de la realidad.
En
resumidas cuentas, film para ver y no pensar en nada más, cinta que no pasa de
ser meramente entretenida y que, para los amantes del cine vampírico, les puede
hacer pasar un buen rato. Además, no sabemos por qué, pero la cinta nos ha recordado
un poco a “priest”(2011) (muy ligeramente, eso sí), pero la presente la catalogamos
como algo mejor.
Lo
mejor del film sin duda es el hacha/escopeta.
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