Corre... ¡corre!, no dejes de... ¿huir? No quiere ni pensarlo. Es una desertora. Pero no, no lo es, sólo trata de salvar su vida. Todo el regimiento ha muerto, tiembla solo al recordar. En manos de aquel ejército venido de algún lugar. Y nadie sabe de dónde.
Era una misión pacífica. Ni siquiera era misión. Tan sólo el Viaje Ancestral. Ella y otros guerreros iban a su iniciación. ¿Volverá a ver a su madre?... eso ya nadie lo sabe. Recuerda en aquel momento los momentos con la anciana. ¿Qué se podía esperar?; la menor de seis hermanos, cinco aguerridos varones de los que lo aprendió todo. Su padre estaría orgulloso, de hecho debe de estarlo, dónde su alma descanse. Murió cuando ella era niña, de eso hacía ya dos décadas, Luka le echaba de menos...
... de nuevo piensa en Thaer, en Seth y en Maradagor. Sus hermanos... están muertos. Seth y ella iban a su iniciación, Thaer y Maradagor iban a ser sus padrinos, ambos grandes hermanos, grandes guerreros y grandes padres de familia... ¿qué iba a decir en el pueblo cuando lograra volver?, y lo más preocupante... ¿volvería alguna vez? Todo esto la tortura mientras pisa barro y sangre; vieron bajar aquel barco que descendió de los cielos, creyeron que eran vikingos, la leyenda siempre dijo que ocultaban un secreto... ¿tal vez sabían volar?. Aquella nave de acero se abrió tras aterrizar, y de su interior salieron los temibles asesinos. Les cogieron por sorpresa, ¿y a quién no?; llovió la luz cegadora disparada a discreción... empezaron a caer, ella podía haber muerto, pero Thaer se interpuso, él recibió los impactos, y ambos cayeron al suelo. Desde abajo lo vio todo, olía a carne quemada, el humo casi la asfixia y no podía entender, llovía, no hay pedernal... y lograron hacer fuego. Sin duda eran poderosos.
Esperó... esperó ansiosa. Cuándo lo creyó oportuno, se levantó firmemente y blandió su noble acero; ambas cabezas cayeron, las de aquellos dos extraños que quedaban frente a ella. El resto de los verdugos volvían hacia la nave, cobrando piezas de caza, ¿se llevaban los cadáveres?, no sabía bien por qué. Frente a ella había dos que casi la remataron, lo hubieran hecho sin duda, si no llega a ser más rápida. Entonces echó a correr, casi se había librado cuando los otros la vieron, desde lejos, desde el barco... y empezaron a seguirla. Luka se adentró en el bosque para preservar su vida, y ocho guerreros furiosos la seguían sin descanso. ¿Cómo pudieron vencerles?; eran diez contra trescientos... pero claro, con el fuego, esas armas luminosas... debían de ser demonios... ¿los dioses les castigaban?
Corre... ¡corre!, casi te están alcanzando. Luka es ágil y valiente, no se dejará vencer... o eso espera.
Sigue corriendo muy rápido, se resbala, casi cae... pero logra levantarse con el cuerpo magullado; su armadura ya está rota, no sabe si aguantará, al menos conserva el casco, y sus botas pisan piedras, dejan rastro de la sangre de quiénes la conocieron... ya cree desfallecer, la alcanzarán los demonios, y ya se da por perdida cuando llega hasta aquel claro. Ante ella, majestuosa, se alza la piedra angular. Luka enmudece ante ella, la sorpresa y el sudor se confunden con la lluvia y la tormenta no cesa. Pero debe darse prisa, se aproxima hasta la roca que debió ser su destino, y agotada, se derrumba sobre ella... ahora podrá descansar... pero un grito de dolor surge desde su interior; su piel arde, siente el fuego, la dureza de la roca parece quemarla viva... mira hacia arriba y el llanto, parece cesar por fin. No puede ver a su padre, pero sabe que está ahí, pidiéndole que resista, ordenándole que aguante como lo haría un guerrero. Eso es ella, al fin y al cabo.
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