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jueves, 25 de noviembre de 2010

LOS RELATOS DE SARA: "ALMAS AFLIGIDAS"

Trató de abrir los ojos, y no pudo. También intentó levantarse, pero no. Quiso impulsarse para ponerse en pie y los brazos no le obedecieron; sentía cómo su cerebro enviaba las órdenes a su cuerpo para que se moviera y éste las ignoraba por completo. Entonces empezó a hablar, llamó a su madre, a su hermana, a su novio, un nombre tras otro sin respuesta alguna. Y lo más espantoso es que todo estaba oscuro, dónde fuera que se encontrara; eso si, sabía que estaba acostada, seguramente en su habitación, o en la de José Luis, su novio, pero no lograba recordar dónde. Volvió a llamar a su madre, que no parecía oírla, pero sabía que estaba cerca porque la oía murmurar, y su hermana Miriam lloraba ni se sabe por qué. José Luis también estaba allí, así que no lograba entender por qué no respondían a sus llamadas; insistió e insistió pero nadie le hacía caso, de manera que terminó gritando, pero nada, como si no estuviera. Después de permanecer cerca de 10 minutos dejándose la voz en un creciente ataque de histeria, se rindió finalmente entre sollozos desesperados; empezó a respirar entrecortadamente hasta que se convenció de que la ignoraban intencionadamente, no sabía qué pasaba pero cuando se aclararan las cosas, José Luís y ella iban a tener más que palabras, en cuanto a su madre, no lo entendía, ¿y su hermana?, ¿por qué lloraba Miriam?

-Hola –escuchó- ¿me oyes?

-¡Si! –vaya, por fin- sí te oigo, José Luis, ¿qué está pasando, cariño?

-Lo siento –respondió la penetrante voz- no soy José Luis. Es tu novio, ¿verdad?

-Si... si, es mi novio –Clara estaba confundida- ¿quién eres?

-A ver, escúchame con calma, porque te va a resultar difícil de entender. Me llamo Sergio, soy el paciente de la cama de al lado.

Clara quedó en silencio. No sabía qué contestar, no sabía en realidad si contestar. ¿Se estaría volviendo loca?, ¿qué quería decir aquello?

-Clara –repitió Sergio- ¿me oyes? Clara, escúchame, esto es real, soy tu compañero de habitación, llegaste hace poco más de 24 horas y hasta que no has empezado a reaccionar interiormente, he tenido que esperar para hablar contigo... ¿Clara?

-Esto es un sueño, –dijo ella conteniendo el llanto-, una pesadilla de la que pronto voy a despertar, y va a ser ya... ya... ¡YA!!!!!!.

-¡Clara, tranquilízate! –insistió Sergio- ¡tienes que escucharme!, estamos en coma, los dos, tú puedes oír a todo el mundo pero ellos a ti no; por eso sé tu nombre y sé porqué estás aquí, los médicos hablan de un accidente de coche, no saben si vas a salir adelante, pero tanto si lo haces, como si no, debes hacerme caso, ahora hay algo mucho más importante que si sobrevivimos o no, ¿de acuerdo?.

-Espera... –dijo Clara pensativa- ahora voy recordando, ¡por eso llora esa hipócrita!. Y José Luis... ¡será cabrón!. Me enteré de que se veían a mis espaldas, ¡mi hermana y mi novio!, ¿cómo han podido?... fue entonces cuando cogí el coche y decidí irme muy lejos, dónde no me encontraran...

-Pues te encontraron, Clara –la interrumpió Sergio- en la carretera, te estrellaste contra unos árboles y te trajeron aquí. Pero olvídate de eso, chica, olvídate del imbécil de tu novio, de la hermana que te ha tocado en suerte, e incluso de la pierna que te han amputado, ¿vale?.

-¡¿CÓMO?!.

-Que no, que es mentira- rió Sergio- no has tenido más lesiones externas, tan sólo la conmoción, que ya es más que suficiente, pero sabía que diciéndote eso lograría que te concentraras enteramente en mí.

-¡Capullo!.

-Lo siento, perdona, he sido un poco borde, pero cuando te cuente lo que hay, el que te hayan puesto los cuernos te va a parecer una minucia.

-De acuerdo, dime. Espero que de verdad sea importante.

-Lo es, Clara, muy importante. Tienes que relajarte, tranquilízate para poder trasladarte a la dimensión en la que yo he conseguido refugiarme, porque esta noche vendrán a por ti también.

-¿Qué? –preguntó Clara aún más confundida- ¿cómo que vendrán a por mí?, ¿quién vendrá a por mí?.

-Demonios.

-Anda ya.

-Demonios, Clara. Nadie lo sabe, pero en este estado nuestros espíritus están emocionalmente débiles, en peligro. Somos lo que suelen llamarse Almas Afligidas. Hay ciertos demonios que lo saben, y acechan en la oscuridad a la espera de cazarnos y arrastrarnos a... bueno, no tengo que explicártelo, ¿verdad?.

-Dios mío... –susurró Clara- estás completamente loco.

-Ay Señor... esto me lo temía. ¡Clara, joder, escucha!; estamos entre la vida y la muerte y nadie puede oírnos, por más que gritemos, van a venir a buscarnos esta noche y debemos defendernos, tienes que hacerme caso, si no, estamos perdidos; relájate Clara, deja tu espíritu fluir con libertad, no tires de él, no lo oprimas, simplemente relájate y todo irá como tiene que ir.

-¿Cuánto tiempo llevas tú en coma, Sergio? –preguntó Clara de nuevo entre sollozos.

-Diecinueve meses. Ahora relájate y déjate llevar.

-¡Diecinueve...!, oh, Dios...

-¡Ya, Clara, cállate ya! –se desespera Sergio- estoy esperándote aquí y si no te tranquilizas no lograrás llegar hasta mí.

Clara trata de centrarse y ordenar sus pensamientos, relajar los nervios y abrir su mente. Respira profundamente, al menos en su interior, ya que en el exterior es un tubo del hospital el que le permite recibir oxígeno... de repente, sin saber cómo, se encuentra en aquel lugar extraño, mágico y etéreo, la dulce brisa nocturna perfuma el cielo cargado de estrellas, todo huele a rosas, el suelo rojizo que pisa se extiende hasta no se sabe dónde y Clara se encuentra cerca de una enorme laguna azulada, de un tono que la razón no admite, un sitio que podría ser cualquier rincón del mundo, pero que contiene demasiados retazos de fantasía como para serlo... como si de una confirmación se tratara, una bandada de pájaros con las alas de plata cruzan frente a ella, sorprendiéndola.

-¡Hola! –dice alegremente Sergio acercándose- por fin me has hecho caso.

-Esto es... precioso.

-Gracias. Lo he hecho yo. Me ha costado meses, pero no he tenido nada mejor qué hacer, ¿qué puedo decirte?. Aquí me escondo de ellos, aquí sobrevivo noche a noche y también aquí he perdido a otras almas que como tú, olían a rosas y lograron llegar hasta mí... si, ¿no lo sabías?, el aroma que hueles no es sino tu alma, tu espíritu volátil que aún puede salvarse, es lo que buscan los demonios, almas que no pueden conseguir por las buenas, así que tratan de emponzoñarlas y llevárselas consigo.

-No lo entiendo.

-Tranquila. No tienes que entenderlo, solo puedo decirte que sé que hice mal. Sé que estoy aquí por mi culpa. Maté a un hombre, ¿sabes?, por dinero, y en justa venganza los suyos casi me matan a mí... hubiera sido lo justo, pero... mejor olvidarlo, sé que si hago esto, mi espíritu podría salvarse, puede que logre también que mi alma huela a rosas...

-Explícame eso de los demonios.

El semblante de Sergio se ensombrece y recuerda noche tras noche en su propia prisión, en aquel lugar de ensueño que él mismo creó para poder seguir adelante, para tener algo hermoso que ver cuando su alma flaquea, porque son ya tantas veces en las que la tentación de dejarse coger es tan grande... pero no. Quién sabe qué pesadilla le espera en las garras de aquellos engendros.

Finalmente y de una gruta cercana en la que entra para pocos minutos volver a salir, extrae dos grandes espadas, armas de fantasía, de esas que sólo en el cine parecen reales y entrega una de ellas a Clara, que la observa con rostro desencajado.

-No hay mucho que explicar. Sólo tienes que arremeter contra ellos con todas tus fuerzas cuando les veas aparecer.

-¿Y cómo sabré que vienen?.

-Te aseguro que lo sabrás.

-¿Y esto lo has hecho muchas veces?.

-Todas las noches. He de defenderme o me arrastrarán con ellos. A veces he tenido la ocasión de intentar proteger a otros... pero también me los han arrebatado de las manos y eso es horrible.

-¿Por qué acabaste en coma?... es decir, ¿cómo...?

-Me dispararon. A la cabeza. No estoy vivo ni muerto, estoy entre dos mundos en los que he podido desarrollar unas aptitudes que me han permitido ocultarme aquí y... ¡escucha!. Ya vienen... ¿los oyes?. Prepárate, Clara.

La joven se pone en guardia completamente rígida, con las manos cerrándose firmemente alrededor de la labrada empuñadura de la espada y alzándola en alto en la misma pose que parece adoptar Sergio, quién parece más tranquilo que ella... entonces los ve llegar: docenas de ellos, con unos rostros terribles y una rabia y un odio que puede percibirse desde la distancia, el hedor que despiden es inhumano... se acercan inexorablemente y a un gesto de Sergio, ambos se enfrentan a aquellos seres infernales que se abalanzan sobre ellos; a Clara le atenaza el pánico pero logra sobreponerse pensando que no lucha sólo por su vida, también por su alma y procurando no apartarse de Sergio, mueve la espada lo más eficazmente que puede, en todas direcciones, y van embatiendo los ataques de los demonios sin descanso. Se da cuenta de que Sergio no la pierde de vista, su gesto de angustia revela el miedo a perder una vez más a otra de las Almas Afligidas y por eso ella, tal vez motivada por el temor de ver sufrir a esa persona durante mucho tiempo más en su prisión interior, se envalentona cada vez más y es entonces cuando ve los rayos en mitad del cielo, ¡una tormenta!... pero la carcajada de Sergio la desvía rápidamente de ese pensamiento y le mira sorprendida... ¿a qué viene esa risa de alegría?.

-¡Clara! –grita Sergio emocionado- ¡tienes que irte!.

-¡Sergio! –grita Clara empezando a sentir las primeras gotas de agua- ¡¡llueve!!.

-¡No, Clara! –Sergio no puede parar de reír- ¡no es una tormenta real!, ¿sabes qué es?... ¡¡estás despertando del coma!!, ¡¡tienes que irte, vamos!!.

-¡No pienso dejarte solo!.

-¡Tienes que hacerlo! –grita Sergio con vehemencia- ¡tienes que despertar!.

-¿Pero y tú? –grita Clara en medio de la lluvia que cae con fuerza, empapándoles- ¡ven conmigo, por favor!.

-¡No puedo!... ¿ves ese vértice que se va abriendo en el cielo, es tu portal, tienes que salir por él y recuperarás tu vida.

-Sergio... ven conmigo.

-No puedo. Ojalá pudiera, pero no es así. Es tu oportunidad, no la mía.

Y cogiendo del brazo a Clara, la impulsa a subir mientras con la otra mano sigue conteniendo las hordas demoníacas, que terminan por echarse sobre él...

... su despertar crea un fuerte sobresalto entre los que la rodean. Clara abre los ojos inopinadamente y se incorpora gritando sobre la cama del hospital, hasta que logra despertar por completo y se encuentra de cara con su familia que la miran anonadados. De repente ve entrar a un grupo de médicos corriendo, a la voz de alarma de una enfermera que les ha puesto sobre aviso, pues el paciente de al lado, tiene una crisis. Llevan todo el instrumental que suelen cargan tras de sí en un carro similar a los de esa serie americana de televisión; sin perder el tiempo, tratan de reanimar al joven, colocándole las palas que lanzan fuertes descargas e impulsan el cuerpo de Sergio hacia arriba, todo parece inútil.

Clara se levanta de su cama a toda velocidad, José Luis se interpone tratando de abrazarla pero ella le aparta de un empujón, pasando junto a la lívida Miriam, que cree que su hermana va a pegarle... nada más lejos de la realidad, de repente a Clara todo le parece tan poca cosa...

-¡Sergio, Sergio, no, no, no!!!!.

-¡Señorita, apártese, tiene que volver a su cama!

-¡Hija, ven!, ¡ven aquí! –dice su madre logrando sujetarla- ¿conoces a ese chico?.

-Sí, -solloza amargamente- le conozco... joder, sí que le conozco.

Al rato lo sacan de allí y Clara sigue llorando hasta que siente ese aroma, el dulce olor a las rosas que como una estela sigue al cuerpo sin vida de Sergio, ahora ya sabe que los demonios no lograron vencerle. Media hora después, se ha quedado sola de nuevo en su cuarto, a petición suya, con la única vigilancia de una enfermera que controla su recuperación. Clara no puede dejar de pensar en su amigo, cuyo espíritu ha logrado salvarlos a ambos, pero... ¿quién cuidará ahora de las Almas Afligidas?.

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