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sábado, 9 de octubre de 2010

LOS RELATOS DE SARA: "INSTINTO DE SUPERVIVENCIA"

No llegó a tiempo de avisar y se produjo la explosión. Corrió todo lo que pudo para llegar a tiempo de parar la demolición y sólo pudo ver caer las rocas pendiente abajo, así que frenó su desesperada carrera y presa del pánico, retrocedió, corriendo en sentido contrario, por el mismo sitio por el que había venido. Oyó gritos de dolor y un estruendo escandaloso que le hizo estremecer, y cuando se dio la vuelta, aquella dantesca escena quedó grabada en su mente para el resto de su vida.

Las rocas rojizas aplastaban muchos cuerpos, docenas de trabajadores que seguro no llegaron a intuir que aquella era la última noche de sus agotadoras vidas. También había heridos allá donde la vista de Seth alcanzaba y los pocos que como él, habían logrado ponerse a salvo, eran presa de la histeria. Los servicios médicos no tardaron en llegar, pero para muchos ya era tarde; otros fueron atendidos y una de las obreras fue llevada a la enfermería completamente ilesa, pero con una fuerte crisis nerviosa.



-Será que no he dicho veces que las mujeres aquí no.

-Ah... buenas noches, señor. –respondió Seth y viendo que se trataba de Nils, su jefe.

-Buenas noches, chico. ¿Qué ha ocurrido?

-Pues, -respondió Seth tratando de no tartamudear, Nils parecía estar tan tranquilo-, creo que soy en parte responsable de lo ocurrido, señor. Me notificaron que viniera a detener la demolición, y no llegué a tiempo, lo siento.

-No, chico, tranquilo. No debes culparte, he oído decir que Orzo ordenó la demolición quince minutos antes de lo previsto. Vaya desastre, no sé si al final nos encontrarán o no, pero aquí hemos sufrido muchas bajas, lo mismo que si hubiéramos afrontado un ataque del enemigo.

-Señor, yo no creo que Orzo tenga culpa...

-¿Ese?, -respondió Nils con sarcasmo-; a ese le espera una buena. Que se prepare.

Seth estuvo a punto de interceder de nuevo por su compañero, pero en ese momento un soldado de semblante adusto y desgastado uniforme apareció con un pequeño documento que entregó a Nils; éste lo abrió y lo leyó atentamente, torciendo el gesto. Miró a Seth y como si fuera su mano derecha, le confió su preocupación; él estaba sorprendido, porque apenas había cruzado diez palabras con su jefe en los tres años que llevaba de servicio, por eso captó que la notificación debía de traer malas noticias cuando Nils se dirigía a él, ya que por lo general no comunicaba nada a nadie.

-Joder, chico, esto es alarmante.

-¿Qué sucede, señor?

-El topo que tenemos en terreno enemigo ha descubierto algo terrible. Ya no estamos tan resguardados de un posible ataque; están lejos de nosotros y a la vez muy cerca, porque han avanzado en su tecnología. Korl se ha filtrado en sus servicios de inteligencia y están a punto de perfeccionar un nuevo medio de transporte que puede hacerles llegar hasta nosotros mucho antes de lo que calculamos.

-Pero eso no es posible, señor.

-Lo es, lo es. Desafortunadamente lo es. Y ahora este desastre... qué inoportuno. Cuando coja a Orzo...



Los escombros fueron recogidos por operarios de obra y los cadáveres cubiertos con bolsas plateadas, siendo enviados al depósito. Y si, la explosión había abierto un gran boquete en la ladera de la montaña, pero también había resquebrajado otro lateral que amenazaba con hundirse, así que la posibilidad de construir allí el refugio era inútil, ni siquiera eso había salido bien.

La reunión que se celebró después no pudo ser más desalentadora. Debían volver a empezar y ahora contra reloj, en otra montaña cuyas dimensiones fueran similares a la que ahora había quedado hecha pedazos, y la más cercana estaba a 200 millas de allí, lo cual suponía un día entero de camino, y no tenían tiempo qué perder. Trabajarían toda la noche para arreglar el desastre que hacía pocas horas había desencadenado la tragedia y a la mañana siguiente, muy temprano, saldrían de viaje. Joder, otra vez, toda la comunidad de nuevo desplazándose a un lugar en el que encontrar refugio para lo que les venía de cara.

-Entonces aclarado queda. Mañana a las cinco de la madrugada saldremos sin demora; -afirmó Nils-, nuestro contacto dice que el transporte interestelar que han estado construyendo nuestros potenciales invasores es de última tecnología, se aproximan peligrosamente a los conocimientos que un día nosotros tuvimos y que a causa de la última Gran Catástrofe ya no poseemos; fue mala suerte que toda la documentación y los planos de nuestras investigaciones científicas se quemaran en la explosión de las bombas Ygra... y fue terrible que el ochenta por ciento de nuestra población pereciera. Pero no podemos desistir, si queremos sobrevivir hemos de avanzar, recordad que ya nos lo dijeron los selenitas, durante los años 50 enviaron a un emisario al planeta en cuestión, para investigar, y gracias a ello descubrieron las intenciones de sus habitantes, que más de una década después pisaban la Luna muy fugazmente, pero que la hubieran invadido y esclavizado si hubiera descubierto que estaba habitada. Ellos lograron ocultarse y aparentar que el planeta apenas poseía interés para unos seres que sólo saben destruirse mutuamente y llevar la destrucción allá dónde van; no permitiremos que Marte sea objetivo de sus desvaríos, y es un hecho demostrado, pues nuestro contacto asegura que dichos seres, los terrícolas, van camino de la auto aniquilación y que su llegada a nuestras tierras tan sólo originaría desolación y el fin de nuestra especie, así que como os anuncio, nos pondremos en marcha para ocultar nuestra presencia. Si aún poseyéramos nuestros transportes espaciales, podríamos huir en pos de encontrar otro planeta habitable, pero no es así, de modo que lo mejor es ponerse a salvo como habíamos planeado, excavaremos una oquedad en la montaña y allí nos ocultaremos confiando en que su visita sea tan pasajera como la que afortunadamente recibieron los selenitas. Tenéis seis horas para enterrar profundamente los cuerpos de nuestros compañeros que tan fatalmente han perdido la vida esta noche, y antes del amanecer, partiremos hacia los Montes Galdar, a realizar nuevas excavaciones; debemos seguir nuestro instinto de supervivencia, el objetivo es sumamente importante: los terrícolas no deben encontrarnos bajo ningún concepto. Sería nuestro fin.


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